LA TRIBUNA.11-12-03.
Editorial: A VUELTAS CON LA JORNADA ESCOLAR

La Federación de Asociaciones de Padres de Alumnos de la provincia de Albacete ha vuelto a ponerse en guardia contra lo que considera una modificación unilateral de la jornada escolar. La Orden de tiempos escolares, aprobada hace un par de años por la Consejería de Educación, mantenía un criterio altamente restrictivo para la modificación de la jornada en Primaria eliminando las clases presenciales por las tardes: a día de hoy, es necesario que el Consejo Escolar del centro donde pretenda implantarse esta modalidad la apruebe por mayoría de dos tercios, tras lo que un referéndum de toda la comunidad educativa (profesores, padres y madres y personal de administración) tendría que dar el visto bueno con la mitad más uno de los votos posibles. Sin embargo, a partir del próximo curso este último requisito se relaja sensiblemente, puesto que sólo será necesario obtener la mitad más uno de los votos realmente depositados en las urnas; evidentemente, no es lo mismo, cuando estamos hablando de unas consultas que suelen tener una participación bajísima como se viene demostrando en las elecciones a Consejos Escolares.
En todo caso, parece evidente que no existe ni mucho menos unanimidad en una cuestión como ésta, que afecta directísimamente a la cantidad y calidad de educación que recibirán nuestros hijos. Desde hace años, los colectivos sindicales del mundo de la educación vienen reclamando que se implante la jornada única, lo que homologaría a los docentes al resto de los funcionarios que desarrollan su jornada laboral básicamente en horario de mañana. De hecho, en algunas comunidades autónomas esa «jornada comprimida» ya es una realidad. Por contra, y al menos por lo que respecta a la provincia de Albacete, las asociaciones representativas de los padres de alumnos se han pronunciado mayoritariamente en contra de esta opción, por entender que tiene contraindicaciones pedagógicas y es una mera reivindicación sindical.
Lo malo de este asunto es que corremos el riesgo de que las opiniones se polaricen, y todo se reduzca a una lucha de poderes. Lo más importante es, sin lugar a dudas, la formación de nuestros hijos; los intereses de los maestros son importantes, como lo son los de los padres que organizan su vida laboral en torno al horario escolar... pero por encima de cualquier consideración debe ponerse el interés supremo de la educación de los chavales. En tal sentido, sería deseable el máximo consenso. Ni es bueno que parezca que la jornada continuada se cuela «de rondón», ni sería bueno un enfrentamiento a cara de perro en la comunidad educativa.