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LA VERDAD. 14-02-04.
Cartas: ALBACETE, ¿CIUDAD EDUCADORA?
(Juan Vicente Velasco)

El proyecto de concentración de la jornada escolar no contribuye a promover los valores de solidaridad entre los ciudadanos de Albacete. Es un proyecto que se quiere imponer desde la administración, sin un debate previo, tranquilo, igualitario y respetuoso con todas las opciones. Hay una alternativa que se ha silenciado interesadamente, quizá porque es difícil encontrar argumentos en su contra. Es la elección individual de la jornada escolar. La idea es de uno de los mayores expertos en sociología de la educación, el catedrático de sociología de la Universidad de Salamanca, Mariano Fernández Enguita. Propone que los padres elijan no sólo el centro sino también la jornada escolar de sus hijos. Esto permitiría una atención a la diversidad de edades, de formas de vida de las familias y de características singulares de los niños.

Cada dos años se podría cambiar de jornada partida a continua o al revés, según la evolución de los niños, si empiezan a tener dificultades escolares, circunstancias familiares, etc. Los grupos de jornada contínua o partida se formarían según las solicitudes. Sólo en el caso de que existiera una sola línea por curso se plantearía una decisión colectiva como la que nos plantean ahora. La ventajas de la decisión individual frente a la colectiva son obvias. Se atiende a las diferencias cronobiopsicológicas de los alumnos, a los diferentes ritmos, preferencias, fases y formas del desarrollo por las que pasan los niños, circunstancias familiares, etc.

El grado de insatisfacción de los padres, con la decisión colectiva que nos proponen, puede ser incluso mayor del 50% porque se suman los votos del personal del centro. Con la decisión individual casi todos los padres verían satisfecha su opción. Como consecuencia de esto no habría rupturas ni tensiones en la comunidad educativa, los padres no acusarían a los profesores de vagos ni éstos a los padres de egoístas.

La educación en valores, objetivo explícito del programa «Albacete ciudad educadora» se conseguiría mucho mejor reconociendo la necesidad de dar respuesta a diferentes necesidades de los alumnos y de los padres en relación con la jornada escolar. Hay una impresión muy difundida entre los padres de que el profesorado se ha prevalido de su posición profesional para imponer, promover o legitimar sus reivindicaciones laborales, atribuyendo al proyecto unas virtudes pedagógicas que no están demostradas, al menos. Que han sido los sindicatos los que han presionado y que a las administraciones les ha interesado hacer esta concesión para ganarse su apoyo.

Esta impresión puede desprestigiar a los maestros de la escuela pública y a la escuela pública en general. Para los que apostamos por lo público entrar en esta dinámica nos parece peligroso y triste. Se debe evitar la sospecha de falta de compromiso y de vocación del profesorado de la escuela pública, por parte de un sector muy amplio de padres que van a quedar insatisfechos por este modelo de decisión pseudodemocrática del 16 de febrero.

Otro motivo de inquietud es la convicción de que será una decisión irreversible, por más que nos digan que se evaluará el resultado del proyecto. Según la jurisprudencia es muy difícil obligar a un trabajador a renunciar a sus derechos adquiridos. Sería reversible si los maestros voluntariamente así lo deciden.

La implantación de la jornada continua no es algo baladí, indiferente, cuestión de gustos, ya que según los estudios de cronobiopsicólogos como Testu, o de expertos como Enguita, puede perjudicar a los sectores de niños que ya tienen dificultades de aprendizaje y se les añadiría otra dificultad: la concentración de la jornada. Es un proceso que dejará víctimas a su paso, mayor fracaso escolar. Niños y familias con dificultades, que generalmente no pueden o no saben defender ahora su derecho a la jornada partida. La evaluación del proceso no será fiable, estará sesgada, porque los autoevaluadores serán juez y parte del proyecto.

Los padres debemos exigir y asumir un protagonismo mayor en la educación de nuestros hijos, no dejar que se tomen decisiones que no estén basadas en la evidencia de estudios pedagógicos y menos cuando los pocos estudios que hay evidencian que los de siempre, los de abajo, seguirán siendo los perjudicados.

Luchemos porque la educación cumpla su función de compensación de desigualdades, para que no haya sólo una logopeda o una pedagoga terapeuta en colegios de 650 alumnos, para que no se gaste un euro en monitores de danza o artes marciales antes de que haya plantillas adecuadas de profesores de apoyo. No podemos permitir que el fracaso escolar del 30% en secundaria se vaya gestando en primaria, mientras algunos niños sin problemas disfrutan de la iniciación al baloncesto a costa de que el niño con problemas no tenga su profesor de apoyo, sus clases adicionales o un calendario escolar más largo si así lo necesita.

La mejor educación en valores es enseñar a los niños sin problemas de aprendizaje y que viven en un medio social y familiar estimulante a ser solidarios con los que si tienen dificultades de aprendizaje o viven en un medio social y familiar desaventajado, y su mejor actividad extraescolar sería convencer a sus padres de que votaran no a la jornada continua para que sus compañeros más lentos no tuvieran la tensión innecesaria e injusta de este tipo de jornada. Después reivindicaremos la jornada opcional en cada centro educativo.

Juan Vicente Velasco es pediatra (padre de C.P. San Antón).

 
 
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