LA TRIBUNA.16-02-04.
Firmas: ¿QUIÉN VA A GANAR?
(Eduardo Cantos)

Por nada del mundo quiero herir la sensibilidad de los maestros. Los maestros son, para mí, algo especial que a cada uno nos ha servido para ayudarnos a ser, lo que cada uno somos en la vida. Por eso guardo un recuerdo imborrable de mis maestros. Aquellos maestros que iban más allá de su misión formativa, y hacían de ti un ser que sabía convivir en sociedad, dar importancia a los valores fundamentales de la persona humana, y a portarse como Dios manda ante la gente de respeto. Ellos sí que necesitaban que alguien se preocupara de reivindicar poder superar un «status» de vida, que creó aquella frase famosa de: «Pasas más hambre que un maestro de escuela». Y, sin embargo, ahí estaban. Al pie del cañón, echando más horas que un «tostao», para poder sacar adelante a su familia. Por eso ha sido justo que aquellas reivindicaciones las hayan podido conseguir, y sean lo que en la actualidad son en el ámbito profesional, y social.
Todo esto viene a cuento, porque hace unos días un amigo me dijo: «Buenos están los maestros contigo», refiriéndose a un comentario que hice relacionado con la jornada única escolar. Lo que lamento profundamente, porque mi intención, antes y ahora, no es la de ofenderles. Lo que ocurre es que el tema resulta muy escabroso, porque el sujeto pasivo de la polémica es el niño. Que será el que, de una forma u otra, pague las consecuencias.
Yo no sé por qué a estas alturas del «proceso» no se conoce ningún estudio, hecho por sicólogos, en donde se diga de qué forma puede afectar ese horario continuado, a los alumnos que lo tengan que cumplir. Y digo que no lo comprendo, porque hoy en día, los sicólogos forman parte del sistema educativo, de una manera muy efectiva y eficaz. Hasta el punto de ser ellos los que resuelven determinados problemas que surgen en el proceso escolar actual.
A la vista de cómo se está desenvolviendo, o llevando, la polémica, parece que todo se basa en un conflicto de intereses, que cada una de las partes defiende a su manera. En ese estira y afloja, en medio se encuentra el alumno. Lo que debiera hacer que se tomaran las cautelas consiguientes, para evitar males mayores.
Pero, no; en vez de eso, unos y otros utilizan las armas que tienen a su alcance, en el intento de ganar una batalla, que aún no se sabe el costo que en rendimiento escolar va a tener.
¿Qué parte es la que tiene miedo de hacer un estudio técnico, en donde se diga los alcances que puede tener una jornada escolar de cinco horas seguidas? A mi modo de ver el problema, ese estudio ayudaría mucho a enfocar un asunto del que depende el futuro intelectual de toda una generación. El «sí» o el «no» que surja de la votación, lo único que demostrará es quien tiene más poder; que no la razón. La razón está de parte de un factor que sobrepasa conveniencias personales, o de grupo. Ganar ¿Quién va a ganar? Me temo que quien lo merece, no.

Eduardo Cantos.